28 de julio de 2012

Estrellas.


A veces ese toque mágico desaparece. No me pregunten que es, pero miré hacia mi derecha y lo encontré. Esa estrella ya un poco vieja que pinté cuando tenía 10 años mas o menos. En su momento me la vendieron como un tutor para una planta en una maceta, pero yo puse mi imaginación e hice de ella una especie de varita mágica. La pinté de un color plateado e imaginaba cosas con ella. Hoy en día se rompió la varilla que tenía y donde está rota se puede ver el color madera debajo de la pintura gastada.

Puede ser que por un lado se esté acabando eso tan lindo que le sucede a todos, pero también se nos va. Eso es la infancia, son tantas cosas que quedan abiertas en la vida cotidiana, tantas cosas que ves todo el tiempo que te hacen acordar a cuando eras chico. No puedo evitar derramar algunas lágrimas cuando recuerdo todo lo que fui, cuando pienso en como era todo aquello. En una casa distinta, viviendo con mi papá y mis hermanos y ahora me siento tan sola a veces.

No quiero afrontar que todo eso se terminó. Que tengo que empezar a darme cuenta de lo que tengo enfrente. Esa magia se va perdiendo entre las obligaciones, entre los deseos de ser adulto y dejar todas las cosas de chicos.
Pero como quiero crecer, así también quiero quedarme en mi mundo. Mi mundo lleno de peluches, de juegos, lleno de sonrisas. No quiero que la realidad me aplaste, quiero poder ser yo misma, pero la ola te lleva y no deja que sobresalgas.
Me encantaría poder seguir siendo como soy, pero no la paso bien. Necesito salir de mi mundo lleno de estrellas para ver el sol y enfrentarme a lo que debo.

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