18 de junio de 2011

No para Volver a Vivir.

Blanco, un simple color, milles de sensaciones.
Como bien saben juego al CS, el blanco significa que te enceguecieron, no podes ver nada, estás nervioso, estas a la expectativa, puede venir el que te tiró esa flash y en un segundo matarte. Claramente es un juego. Es algo ficticio. Te matan y volves a revivir en la próxima ronda. 
Estar blanco en la vida real implica muchisimas mas cosas que en un juego. Les voy a contar la historia así lo entienden bien.


Organizamos la salida como cualquier otro día en la semana, muchos se bajaron de la salida por diferentes razones. Pero terminamos juntándonos todos a la 1 del mediodía después de haber comido. Nos planteamos la idea ¿Y ahora que hacemos? Vayamos a Puerto Madero que era la idea inicial de la salida. Nos tomamos el subte hacia Plaza de Mayo, caminamos, fuimos de un lado para el otro, Puerto Madero, el microcentro, peatonales, de todo, nos sacamos fotos, tomamos algo calentito en una confitería. Todo bárbaro; hasta la hora de volver a casa.
Teníamos que encontrar el subte, no era muy difícil, volvíamos a Plaza de Mayo, y nos tomábamos el subte, pero nunca llegamos. Caminamos, buscando esa maldita plaza, caminamos y caminamos más, pensábamos que íbamos a llegar. Pero en un momento nos dimos cuenta que verdaderamente estábamos perdidos. Queríamos encontrar YA la manera de volver a Caballito, se estaba haciendo de noche, y empezaba a lloviznar, estábamos en Retiro. Decidí llamar a papá, para que nos ubique, dónde estaban las paradas de colectivos, por tal y tal lado. Los chicos querían volver en subte, era lo que pensaban mejor. Vemos al fin la bajada, estaba cerrada. Al otro lado de la calle ancha otra bajada. Empieza a correr gente de un lado al otro, caras no agradables, gente gritando. Nos acercamos a la entrada y mi mejor amiga me suelta la mano porque no había lugar por toda la gente que salia. Me suelta y mi cara se volvió blanca, me bajó la presión de manera tal que casi me desmayo, las piernas me temblaban. Le advertí a mi amigo que estaba delante mio, como me sentía, le toque el hombro y se dio vuelta, vio mi cara y me dijo ¿Qué te pasa? Al que yo respondí con un Nada, nada seguí caminando. Intentaba caminar rápido, sin perder de vista a mis cuatro amigos. Nos subimos al subte, unas seis paradas, hicimos combinación y nos bajamos en la esquina del colegio. Me despedí de mis amigos y me subí al colectivo que me llevaba a casa. Cerrar la puerta de entrada de mi casa hizo que me tranquilizara. Recién ahí lo logre. 

Blanca terminé de no saber que nos podía pasar, sólo tenemos 16 años.


Una anécdota para recordar, no para volver a vivir. 


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