Abuelo, siempre entre tus brazos, siempre protegiéndome, siempre querías lo mejor para mí, querías que le haga caso a mama, querías que esté bien, porque no eras pediatra solo de profesión, sino que en tu vida demostraste que estabas para hacer sentir bien a la gente. Siempre tuve una imagen de vos sentado en el sillón del comedor mirando futbol, a boca, mientras yo revisaba los armarios de la abuela, buscando alguna galletita, algún chocolate, o simplemente para chusmear. Vos me retabas y me decías que no revisara todo, que además iba a romper y a trabar las llaves esas tan viejas. El juego que más me hace acordar a vos es el domino, con las fichas de las pastillas, los de plástico con envoltorio verde y otro negro, que me los escondías por el comedor y yo iba buscándolos, me decías que tenías un regalo para mí y si me iba acercando o alejando me decías frio o caliente, y cuando lo encontraba nos poníamos a jugar. Si era chica yo, me acuerdo cuando me portaba mal y mama te llamaba, vos le pedias hablar conmigo, para calmarme, a veces retarme y yo no quería atenderte. Ahora pienso lo bien que me harían esas palabras tuyas en este momento. Extraño ir a lo de abuela todos los fines de semana, siempre iba y me asustaba con la casa. Era una nena chiquita, contentísima por ir a visitar a sus abuelos. Pero con el pasar de los años te empezaste a poner mal, no estabas bien, y para una nieta ver como su abuelo está mal, es horrible. Verte tantas veces en el hospital, verte en tu casa, en la cama, sin caminar ni para ir al baño. Ya no era como antes. Todos sufríamos cuando íbamos, no podíamos verte así, ya no reconocías a nadie. Cada vez que iba a tu casa, y me despedía, te decía te quiero porque no soportaba la idea de quedarme con esas palabras en la boca y no un simple chau como me paso con Betty. Mejoraste, estabas mejor si, y porque Dios lo decidió, te llevo con él un sábado 19 de mayo de 2007. No puedo creer que pasaron 4 años abuelo. Todas las noches que habré llorado por vos, recordando cada momento junto a vos, pensándote.
Te amo muchísimo Abuelo Raúl, y ojalá cada vez que me sienta sola, cada vez que tenga miedo, aparezcas vos en mis pensamientos, protegiéndome. Te extraño mucho. Tu nietita que no hace caso. Irene